viernes, 28 de noviembre de 2014

DROGADICCIÓN EN LA VEJEZ.

Hasta hace escasos años, se asumía que el fenómeno de la dependencia era casi inexistente en las personas mayores. Sin embargo, algunos informes y estudios han mostrado que la dependencia no es rara en este segmento de la población. En los países desarrollados, en los que las formas de solidaridad familiar, que antaño proporcionaba respuesta a las necesidades de la población mayor, han ido dando paso a la asistencia institucional como forma de garantizar la seguridad material y el cuidado de las personas de este grupo de edad. Se observa cómo en muchos casos esta seguridad se logra a costa de la marginación personal y social, la pasividad y el desarrollo de sentimientos de tristeza, soledad, abandono e inutilidad por parte de las personas mayores, que propician la búsqueda de caminos evasivos, normalmente a través del alcohol, sobre todo entre las personas de edad que pertenecen a los grupos más marginados. La capacidad de las drogas y de algunas conductas como el juego de alterar los sentimientos y las percepciones permite a los consumidores evitar enfrentarse, de forma directa, con realidades desagradables y enmascarar así el dolor y el sufrimiento. Para una buena parte de las personas mayores la principal motivación para llegar a un abuso de drogas puede ser el intento de suprimir el dolor, el insomnio o la depresión, o sentirse con más energía, o bien controlar la ansiedad. Se ha identificado la adicción como una respuesta a la pérdida del estatus social y como una consecuencia del ocio excesivo de los que no tienen trabajo. Los tranquilizantes, el alcohol, el tabaco y el café son las sustancias más consumidas en este grupo de edad. Por contra, en los escasos estudios que existen sobre el tema hay una total ausencia de consumo de drogas ilegales. Las sustancias que toman son el café o té (67%), alcohol (39%), tabaco (34%), tranquilizantes (8%) y barbitúricos X%). Sin embargo, no se ha hallado consumo de heroína, cocaína, alucinógenos o hachís. En la actualidad no se dispone de tratamientos diseñados y valorados específicamente para las personas mayores. Las intervenciones que se utilizan no difieren en gran medida de las aplicadas a otro tipo de individuos. Se necesita elaborar y evaluar modelos de intervención conductual que puedan ser aplicados a los problemas de adicción que presenten las personas mayores. De este modo, podremos determinar qué estrategias terapéuticas son las más adecuadas para el problema en cuestión y determinar qué componentes funcionan en nuestras intervenciones. Es necesario hacer una llamada urgente a la sociedad y, en concreto, sensibilizar a las personas de más edad sobre la peligrosidad que les puede acarrear el consumo de determinadas sustancias que suelen consumir (alcohol, tabaco, café y fármacos). Las personas mayores tienen un gran desconocimiento sobre esta cuestión, ya que lo ven más como un problema que afecta a la juventud, y asociado a las drogas ilegales, y no tienen conciencia de que realmente ellos son consumidores al no identificar el concepto droga con el tipo de sustancias que ingieren más frecuentemente.

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